Juan García Larrondo en playa Fuentebravía. Septiembre 2014. Foto: Cardero. |
El autor portuense presenta en
la Fundación Alberti una antología de su obra dramática El volumen, publicado
por Ediciones El Boletín, reúne treinta años de teatro.
Por
FRANCISCO LAMBEA. (7-12-2015)
Juan García Larrondo presenta el jueves en la Fundación Alberti a las 19:30 horas Diálogos, fragmentos y
otras levanteras (Teatro y perversos incompletos), su noveno y más
reciente libro, concebido como una suerte de híbrido entre el soporte
electrónico y el tradicional, en el que recopila su obra dramática. El trabajo,
publicado por Ediciones El Boletín
en colaboración con la Fundación SGAE,
reúne una selección de textos breves y fragmentos de sus obras más reconocidas,
escenificadas o recitadas por intérpretes como Emilio Gutiérrez Caba, Paca
Gabaldón o María Galiana, que han deparado significativos premios en nuestro
país (Teatro Romano de Mérida, Marqués de Bradomín, Hermanos Machado) y fuera
de nuestras fronteras. Larrondo, guionista de series televisivas como Arrayán o Plaza
Alta, empieza a coquetear con la posteridad.
-¿Las vidas de los escritores son los ríos que van a dar en la mar, que en este caso no es el morir, sino una antología?
-Si lo analizamos así hay que aclarar
que esta antología sería incompleta, pues supone una parada, no un punto y
final. Quiero seguir imaginando, adentrarme en otras disciplinas. El afán de
los autores es dejar sus vivencias y experiencias para cuando ya no estén aquí.
Resulta una manera tan válida como cualquier otra de traer más luz al mundo, de
aferrarnos a la eternidad, si es que algo así resulta posible. He querido dejar
mi creación escrita en un formato que pueda durar incluso en los tiempos en que
se vuelva a ir la luz. A la vez, esta recopilación responde a una inquietud mía
de cerrar un capítulo de mi vida y empezar otro.
-Me licencié en Geografía e Historia, es
inevitable que este aspecto aparezca. Me gusta dar verosimilitud a mis
composiciones y fijarlas en un escenario temporal concreto supone una buena
estrategia para cumplir ese deseo. Siempre digo que soy un poco arqueólogo de
las emociones, desarrollo personalidades complejas. Al final derivo en un
creador un poco inclasificable, de temáticas muy diversas. Ando siempre
contaminando géneros, confrontando épocas. Casi todas mis obras esconden
enfrentamientos entre posturas aparentemente contrarias que acaban finalmente
tocándose entre sí. Busco nuevos caminos para entenderme, para comprender el
mundo y conseguir que todo encaje, cosa que veo apasionante e imposible.
-La selección incluye un Diálogo en Mi Mayor. La revisita de Larrondo a Larrondo aflora heridas del alma.
-Inspira un diálogo muy triste, con mucho de
despedida. Hay momentos en los que creo no haber llegado a donde podría o
querría haber llegado, pero no lo digo en términos de fama, de popularidad,
sino desde una perspectiva íntima. 30 años dan tiempo para aprovechar la vida
más de lo que yo lo he hecho. He alcanzado el medio siglo y la valoración sobre
las expectativas formuladas hace quince años resulta negativa. Ese diálogo
constituye la parte de clausura del libro, de cierre de una época para empezar
otra. Siempre te hubiese gustado escribir más, emprender otros caminos... pero
evito el pesimismo. Si recuerda, al final, la lengua consigue huir. Es la
metáfora por la que escapo a mi destino, dejando una rendija para no perder del
todo la esperanza. Si tengo suerte la obra maestra de mi vida estará por
llegar.
-En algunos fragmentos se da uno de bruces con la crueldad: Celeste Flora, Ego sum lux mundi, Malquerencia...
-Me gusta que el espectador, el lector, se
estremezca, que no se quede indiferente. Pero mis personajes, pese a la
atrocidad, nunca son del todo malos: Flora, que ha asesinado a varias niñas, se
enternece ante las plantas, la medusa que mata en la noche de San Juan fue
capaz, previamente, de amar de manera desaforada. Mis criaturas presentan
muchos posos, pero es que así, con esas capas, reflejan lo que somos. Creo en
la maldad y en la bondad y en que nos movemos continuamente entre uno y otro
extremo. Lo reconoceríamos si fuésemos sinceros. El teatro es para mí una
reivindicación de la verdad más escandalosa.
-Y esa verdad puede mostrar lo trivial que resulta muchas veces nuestro entorno. Hay cierta caricaturización en Antes que nada, mi chocho, pero las referencias son claras. Algunos programas televisivos adquieren tintes esperpénticos.
-Personajes como Valeria Taylor o su
representante, Meteora, escenifican cómo nos hemos cargado la televisión cuando
podía haber sido el mayor invento de la historia. Los modelos de las nuevas
generaciones no son personas que han hecho algo importante por la humanidad,
sino que atienden a clones vacíos.
-Su obra no elude la irreverencia. Menciono Antífona a Santa Rita del colon irascible o La cara okulta de Selene Sherry.
-Mi educación es cristiana, sólo hablo
de lo que conozco. Mi evangelio puede ser un poco irreverente pero no contraría
a los escritos. Soy muy respetuoso, nunca ataco las creencias religiosas. De
hecho, me considero tremendamente espiritual. Lo que sí hago es defenderme de
algunos dogmas que juzgo agresivos. Creo que la sociedad necesita ser mucho más
laica de lo que es. Llevo toda mi vida buscando a Dios pero no lo encuentro. Me
encantaría hallarlo. Lo más parecido a mi concepto de divinidad que descubro en
este planeta reside en lo animal, en lo sobrenatural, en el medio ambiente... y
eso me causa mucha tristeza y vacío. Yo creo que si existe un Dios será de
todos, de los buenos, de los malos y de quienes nos movemos a mitad de camino.
-Se observa también la presencia de elementos de fantasía, oníricos.
-Sí, es verdad. Con ese tipo de
creaciones me siento más a gusto para explicar lo que desconozco de la vida.
-¿Piensa en la poesía o la novela como nuevos retos?
-El reto es la literatura en sí, ser capaz de
usar todos los géneros. Pero he de confesar que contemplo como asignatura pendiente
hacer el guión de una película. Quizá de animación.
Juan García Larrondo en playa de Fuentebravia. Septiembre 2014. Foto: Cardero. |
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