lunes, 8 de agosto de 2011

EN MI MOLESTA OPINIÓN: EL ORGULLO DE "SERGEI"



Otro veranito más se han celebrado por las principales urbes del planeta (y puede que también por los extremos de todo el Universo) los fastos en conmemoración del Día del Orgullo Gay. Con pompa, justificadas reivindicaciones que convienen ser habitualmente recordadas y con algún que otro tópico, por lo visto, inevitable. Siempre es digno de alabanza cuanto se haga en defensa de la libertad de orientación sexual y siempre es loable recordar, también, todo cuanto otros hicieron antes por alcanzarla. Lo digo a colación de un magnífico documental que pudo verse en televisión hace unos días en el que se destacaba el papel pionero que en la ciudad de Torremolinos se jugó en pro de la visibilidad gay –amparado por el auge del turismo- desde los años duros del franquismo hasta bien entrados los ochenta. Todo cuanto allí sucedió se me antoja casi tan heroico y digno de rememorarse como los acontecimientos ocurridos en 1969 en torno al famoso bar neoryorkino llamado “Stonewall”, cuyo aniversario marca el calendario para este tipo de conmemoraciones. Lo que se “vivió” en Torremolinos fue totalmente diferente, naturalmente, pero también debería ser enseñado en las escuelas como parte de una Historia que los andaluces tendríamos derecho a conocer para poder sentirnos orgullosos. Orgullosos porque, al menos, durante unos breves años y pese a las adversidades de la época, aquella pequeña ciudad andaluza en pleno desarrollo turístico, con sus anhelos libertarios, supuso un revulsivo moral para el régimen y, con su abanico de plumas, dio un aire fresco de tolerancia al Mundo. Un ejemplo cuyo testigo, sin duda, con el tiempo y la llegada de la democracia, han ido recogiendo luego otros barrios y lugares españoles que hoy son reconocidos iconos internacionales de “la causa”. Vaya desde aquí nuestro homenaje a todos aquellos empresarios, locales, antros, a todas aquellas locuras e instituciones que, desde su burbuja, contribuyeron a convertir en realidad una parte del mito. Y, por supuesto, a todas aquellas personas que, de una manera u otra, lo protagonizaron. Gracias a ellas y a ellos, hoy muchos pueden dar al amor el nombre que más quieren y gritarlo libremente, tanto en festivo orgullo como en íntimo silencio.



Publicado en "Pasarela de Verano". Diarios del Grupo Joly. 17 julio 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario