jueves, 16 de noviembre de 2017

"BENDITO TEATRO". Crónica de un estreno en la revista CAO CULTURA


Obra: ‘Bendita Gloria’. Autor: Juan García Larrondo. Grupo: Albanta. Director: Pepe Bablé. Actores: Charo Sabio, Susana Rosado, Carmen Reiné y Jay García. Dirección técnica: Luis Jiménez. Sala Central Lechera. Cádiz. 22 de abril de 2017.


Juan García Larrondo, veterano, experimentado, bregado en mil y una aventuras teatrales, autor portuense, dramaturgo y escritor que ha sabido traspasar fronteras físicas y morales con su trabajo impecable, fuerte, delicado, arriesgado, respetuoso, estrena nueva obra, Bendita Gloria, y cuenta para ello con Albanta, un grupo con el que a todas luces parece unirle una de esas inigualables comuniones artísticas que pocas veces se dan, y que cuando se dan son pura magia. Esa relación íntima e irrepetible comenzó hace dos décadas con Celeste flora. Han pasado veinte años, que no son nada o son mucho, depende de cómo se mire, pero esa magia continúa porque la obra se adapta como un guante a la compañía, porque la compañía -Pepe Bablé al frente- la defiende como si hubiera nacido para ello, poniendo toda la carne en el asador. El público lo nota desde el principio y lo disfruta, aprende un poco más sobre la naturaleza humana y también sobre el poder del teatro para conjurar los miedos mostrándolos desnudos. Contribuye a ello el trabajo de los actores, con Charo Sabio al frente dando vida a Gloria con estremecedora valentía; pero también la escenografía sencilla y evocadora, la iluminación eficaz, la música que pone el contrapunto frívolo a la terrible historia.


En Bendita Gloria Larrondo insiste en ese mundo personal obsesivo que ha sabido levantar con su trabajo para reflexionar sobre la capacidad del ser humando para sufrir, para hacer daño y para hacérselo a sí mismo. El autor se cuestiona sobre la búsqueda de la felicidad a toda costa y, por encima de todo, sobre los vericuetos de ese camino vital menos transitado que a veces nos empuja a la desesperación y a la locura. Tiene esta obra en concreto un arranque bergmaniano: dos mujeres enfrentadas en un escenario físico -una casa medio en ruinas en la playa en la que ambas han pasado su niñez- hermoso y claustrofóbico, en el que la naturaleza, cercana y a la vez distante, tiene un sordo papel protagonista. Pero pronto van cobrando vida otros elementos que parecen desvelarnos emocionantes pistas de la educación sentimental del autor: el drama cinematográfico -con la sombra de Qué fue de Baby Jane presente-, el bolero, el tango, la música popular más arrastrada y desgarrada, y, por supuesto, su absoluta devoción por la literatura, por la palabra. Integra todos estos elementos sin pedantería, los ha masticado y digerido para dar forma a un drama limpio y bien concebido que se sostiene sin fisuras sobre la escena y que, con toda seguridad, aguanta igual de bien ser leído en un texto impreso.



El humor sarcástico, irónico, a vece absurdo, pulcramente medido y comedido, es otro elemento insoslayable en la obra de Larrondo. En esta ocasión va tomando cuerpo según avanza la historia, que se enreda argumentalmente hasta alcanzar el paroxismo.
A Larrondo le gustan los límites, arriesgar y forzar la máquina, crear situaciones vagamente irreales que, sin embargo, están cargadas de esa realidad apabullante e hiriente con la que nos desayunamos diariamente en los informativos. Él la pone ante nuestros ojos, parece decirnos que monstruos y fantasmas están ahí, que ellos también tiene algo que enseñar, nos invita a observarlos de cerca, nos impulsa vertiginosamente a hacernos preguntas que tal vez no nos apetezca contestar. Nos propone un supremo acto de valentía: mirarnos sinceramente al espejo.

Revista Cao Cultura, 23 de abril 2017.

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